Pidámosle silencio al miedo
Nunca podría rechazar a esa mujer
Me había acostumbrado
Más allá de la distancia
De Lowery a la 33
Vino así, a galope
Vi tus huesos
Apuntes para un autorretrato sin óleo

Dios
La soledad se alarga por un camino que ya no conduce a Oz
Cuando sólo se llenan las horas

Vamos a correr esta etapa

Se abre el día
Guardo de ti

Una promesa

Apuntes para una mañana
Sólo he venido al mundo
Podré abocar

Si te fueras
 
   

Pidámosle silencio al miedo
tu ausencia rompe el asombro
para doler de cerca
hiere en vuelo:
punto tiempo horizonte madrugada
Pidámosle silencio al miedo,
que no suene en el cordón de mis zapatos
cuando digo: niña, corre, el abecedario a cuestas
y en el plano inclinado se descarna
tu muerte
en el dos tan frágil de la tarde
Jugabas a llorar tempranamente
sin dedos para contar el aliento de los otros
y tú, tan niña, muriendo eternamente
Escucho, golpe a golpe,
las horas me despiertan
y digo, muerte, Neruda,
y aún no la conoces
y sigues muriéndote hacia dentro
un poco, hacia dentro.


Nunca podría rechazar a esa mujer

que viene por el largo camino

con su verdad entre los dientes

con su verdad azul como un trapo virgen

abanderando su dignidad

recogida en un arrullo del desierto

alimentada de hambre

cuadriculada en esa espera

donde ya no acechan los buitres del tiempo

su sombra dilatada en la distancia

Si todos los puntos

donde habíamos de encontrarnos

han sido devorados por aquellas visiones de Patmos,

cuando todo se haya exterminado

cuando los últimos granos de hierba

hayan escapado de la tierra,

iré cabalgando en la ira

de esta pobreza inútil

excavada para el yermo

Sólo el silencio entonces

sólo este silencio mío

buscando entre los muertos

tu silencio. 


Me había acostumbrado

a los latidos,

la semioscuridad,

el acto de alimentarme

por el hueco del ombligo

pero sonó la hora

una contracción

y otra

y me sentí girando

en mi acurrucamiento

Las fuerzas empujaban

mi cabeza

que rompió los líquidos

y los hilos del tiempo

El aire sorprendió

mi cara

y oí mi primer grito

que se quedó colgado

para siempre

a mi piel.

Más allá de la distancia

en un precipitado convivir de esta pena abreviada

se me vuelve el polvo abandonado

un pasillo que dice ausencia

y un concierto es la campana que enmudece

como el grito cansado de los tenis

cuando voy cabalgando en una tarde

y los precios me rodean

y se venden utensilios y banderas

y un niño grita ya su chocolate

y la boca del reloj se me hace grande

y me regreso. 

DE LOWERY A LA 33

 

Llegamos a la estación,

el coche de los muertos

se prepara para el ruido

Nos señala el niño colombiano

con su índice agorero,

se come a dentelladas las palabras:

"Estos son los cadáveres

de bocas marcadas de silencio"

Los huesos de los dedos

buscando las manillas

y mi ojo recorriendo

la larga caverna en movimiento

Nos envuelven las paredes

hasta hacernos mugir extrañamente

en este Auschwitz eterno,

de consumo.




Vino así, a galope

la cara desvalida de los vervets

cerró la noche

El tiempo se negó a las horas

cuando olvidamos hoy de señalar

el paso que siempre fue del otro

y mi voz encuadrada

en filos y bordes

de ventanas amarillas

Sabes que me voy:

los abrazos son kilómetros,

el descanso se parece a la muerte.

 

 

Sudáfrica

Marzo 13, 1986


 

 
Vi tus huesos

escarbando las pieles de Dios

   tu forma peculiar

   de obsesionarme

Vinieron tus labios al abrazo

cuando tus dedos abiertos

me dejaban ir

             y te alejabas

No me viste escapar

por el brillo de tu pelo

Si es que llegué a destiempo

y lo sabes y lo sé

y tu lengua es ofrenda a Krishna

   y es buscarme en pedazos de universos

   escondidos en su transparencia.



Virginia Beach, Va.
diciembre 28, 1983




APUNTES PARA UN AUTORRETRATO SIN OLEO

 

La definición

            no es válida

cuando estás

            al borde del camino

y omito autorretratos

para seguir diciendo:

 "et pour vous, madame,

    une rose"

y contemplo mis pasos

desde la piel de mi sombra

vacía de palabras

hasta que un viernes circular,

a golpes de rayuela,

otras bocas me recuerdan

que aún existo.

 
Sunnyside, New York
marzo 23, 1984
viernes, 1:30 PM



DIOS

 

Me dijeron que venías

en un pedazo de pan

a pegarte a las papilas

de mi lengua

Nunca me hablaron

del vacío que dejaste

entre las pieles de mi pecho

Nunca me hablaron

de la luz que señalan

tus caminos

para el viaje de regreso

Nunca me hablaron

de tu ceño preocupado

y tus palabras:

perdónenme, hijos míos,

no es mi error

ni es falta de mi parte,

es que estuve algo distraído

y he dejado fermentar

las raíces de ese árbol

que borraron mi imagen

de sus mentes.

LA SOLEDAD SE ALARGA POR UN CAMINO QUE YA NO CONDUCE A OZ

 

Me miro en el espejo

y me devuelvo la mirada de mí misma

Otros párpados, cerrados, conjuran silencio

En mí,

el gato que ladra por el pincho atravesado en la garganta

el perro que maúlla sus discordias a la luna

Ante esta anchura,

salto un requiem para la muerte

salto un requiem

salto

hasta que nacen ojos

en las páginas que escribo.


Sunnyside, New York
septiembre 3, 1984

Cuando sólo se llenan las horas

y la vida vacía

y en la boca el polvo

y la alegría de otro

y siempre aquél

y siempre el otro

y yo en el sudor de mi camisa

y el pan no ha llegado todavía

y nos mordemos las venas hasta sangre

y siempre el caminar del mediodía

y la cabeza baja

y en cada ceja el hambre

y siempre deshabitando pasos

siempre deshabitando

hasta mirar de frente este vacío.




Vamos a correr esta etapa
de inquieto silencio
donde duerme la noche
con tintes de estrella
Vamos a posarnos en ese borde
--cualquier borde--
y descansar el perfil de alas
en un beso martilleado
en la configuración del Tiempo
Pasarán las ramas
llamándonos al lenguaje
de palabras forjadas
en un gesto del aire
Y desde allí
tu voz llamándome al destierro
de todo aquello ajeno
al gesto cotidiano
que me nombra,
que te nombra.




Se abre el día

a una luz

de claridades sumisas al aturdimiento

No hay palabras sueltas

entretejiendo juegos de locomotoras

danzando en domingos-promesa

Algo se me duerme dentro:

Hoy no distribuyo mis panes de tristeza

ni sermones de resurrección

Entreabro los ojos

en ángulos vacíos

y empiezo

   a desconocer el mundo.


 


Guardo de ti

el gesto de abrocharme

la camisa

tu forma de cuidarme

en estos plazos de tiempo

Yace-yace

el asombro de la noche

humedad-beso:

has rasgado la penumbra

Existe:

el amor sin preámbulos

del más reciente

nacimiento nuestro

saltando etapas

que describimos

con la palabra-cero

Sólo el verbo-aliento

colgando en el aire

descifrando la muerte

de nuestra soledad.


Una promesa

sólo una promesa

en la voz del aire

integrando tu sonrisa

a este salto de tiempo

El tren que pasa

llevando en las ventanas

las caras de tu aliento

y una carga de palabra presa

en el corte de tu mano

Has llegado mañana y llegarás ayer,

si está demás el concierto sonoro

  de los tiempos

y el verbo en armonía

es un capricho de academias

El café, cereales, el polvo de los libros,

el silencio de los muebles

y yo, contándome estas células

que esperan el brillo de tus ojos

para formarme.


 

Apuntes para una mañana

en que nos descubrimos caminando

hojas de otoño:

Decir

entre el pan y el gesto simple del olvido

que nos vimos crecer

en la palabra.



 

                                                                                

Sólo he venido al mundo

para abrirte un camino

En mi tercer nacimiento,

notas abismales

profundas carcajadas

de hienas en rosario

esqueletos ancestrales

jardines submarinos

buganvilla silvestre

de flores quemadas

Nos lleva el tiempo

en vértigo

envueltas

en algas marinas

casas de momias

antiguas momias

tropezando el vientre abierto del espacio

rompiendo la rama de mis manos

en las tempestades de los siglos

sin horas para el reposo

girando en la vorágine

la fuga del viento

nos envuelve

y el barro de mis manos

diestras al llanto del insomnio

amasan para ti

eslabones de células

átomos invisibles

cuerpos lumínicos

para sellar en tu carne

un nuevo hechizo

Que estalle el sonido

de las hojas

en los troncos torcidos

del escarnio

hasta encontrar

en el fondo de la tierra

el milagro desnudo

de una palabra nuestra.

 



Podré abocar

mi imagen

en tus ojos,

sombra-vertiente

soledad itinerante,

viaje sin final

Ser en la cumbre

tarde del otoño,

sorpresa

en el hilo de tu voz

Ir surcando

vertiginosidad de amarte

hasta doblar

un ligero requiem para el olvido

Ser contorno de tu cuerpo

en siluetas,

múltiple relente de la noche

Ser licor de aromas,

fugaz luz de neón

Y gritar al paso:

      seré la luna

      en tu azul.





Si te fueras

de mi lado saldría

un vuelo azul

     de yerbas

mansamente amargas

Aletargando la noche

       iría

sondeando espacios

abandonados

hurgando cabalmente,

mirando el rostro

de la nada

hasta que ajuste a mi contorno

la piel eterna

de mi antigua muerte.




I

 

Me defino en ti

en frase trillada

El verso cuelga

en cualquier parche indefinido

del hospital-pared

Estás en el poro 75

Estás en una tira de mis brazos

Hambre

de

ti

Si puediera fugarme en tu mirada!

El anhelo va cayendo

   en

       el

          silencio

Se rompe entre rompientes

    de silencio

Se repetirá el tiempo

cansado de sí mismo

hijo de sí mismo

arrastrando mi ausencia

Detén mi rumbo:                                                                                                                               
que estallen dentro todos los muertos!

Tú: cuadro, marco, órbita

       Y mis manos inútiles

       desangradas en lo invisible

Cuál soplo de vida te estrenará en mi silencio?

Las arenas del desierto

     esperan nuestras huellas

Que estallen dentro todos los muertos!

 
II

 

Ciérrame tu círculo

canta para mí una elegía

el sol arrasa pieles de lagarto

todos los tímpanos del mundo

se mutilaron en el ruido de aquellas baterías

No, esas niñas no habían probado un beso

y marchaban al son de los tambores

títeres de goma, restregada la danza del viento

mi sombrero se lo tragó una brisa endemoniada:

                                           no fui turista

Aquel parque puente-encantado

y no oímos la música que rompió el aire

       brotaron las flores de la arena

       salieron las voces de los vientos

salieron los gestos de tus manos

y te busqué en una página de Kafka                                                                           

                              sin encontrarte

Allí estabas, testigo de todos mis renacimientos

y te vi apuntarlos  -- no has de negarlo --

uno a uno con el índice

Era yo: me reconociste

Atravesé todas las pieles del mundo

      y tu mundo fue

        una

               burbuja

                           de

                               aire

Y se rompió en mil pedazos

la página de Kafka

y no fuiste siquiera palabra

               letra --fragmentada--

Allí, estarás allí, en algún lugar

              ajeno

Y en cada llegada me reconocerás:

He atravesado todas las pieles del mundo

Se repetirá el tiempo

cansado de sí mismo

hijo de sí mismo,

arrastrando mi ausencia

Detén mi rumbo:

que estallen dentro todos los muertos!                               

Puerto Rico, 1971




En las hondas cenizas

del silencio

         gotas en sombras:

         Boston, Montreal

Ecos fantasmas

sin voz en el Tiempo

           Y en todo esto:

            tu mirada sólida

            preparando el encuentro

Dos cuerpos se confunden

en

esa

noche

madre de todas las noches

Francés, inglés: la T.V.

Voces

           que

                 se

                     cuelan

en el cansancio de manos entreabiertas

En un teatro distante

quedó Ionesco

multiplicando sus rinocerontes

Boston, Montreal:

              cerrada la cortina del Tiempo

Se levantan las sombras

como muertos que buscan su recuerdo.

 




No tengo poesía

para crear mundo nuevos

No hay talismanes

en mi puerta

El garabato de cristales chinos

tiene las manos rotas

y la garganta llena

de trigo seco

Recojo palabras que me dictan

las musan endemoniadas

y digo:

lacre

ceniza

asfalto

gris

lacre-ceniza

ceniza-asfalto

asfalto-gris

Las letras se salieron

del plato de sopa

y revolotean negras,

como pesadas moscas

que desean parir.

 

 

 

 


El ciervo se alzó al monte:

recuperémoslo en Altamira

Has de ver los bisontes

de la furia

regados en la ira del viento

He caminado ya

sobre cristales rotos

de palabras trilladas

Y todo vuelve al retorno

al regreso

a la vuelta

al tiempo

al pasado

a una tarde

a un momento

a un instante

a ti.

 

 



Has de ver

las lechuzas del monte

con los ojos abiertos

al asombro de la noche

Saltó la cascada

de mi sangre en vigilia

y estos restos de ocre

que recogen las hojas

   del otoño

van mordiendo mi partida

Es triste -- ¿sabías? --

la fuga mansa,

quebrada de latidos

Es triste -- ¿sabías? --

El silencio inútil

y la palabra deslumbrada

en un ritual

de piedras que lloran.




Y dije que no te amaría!

Has de cruzar todas las calles

has de cruzar todos los silencios

has de cruzar todas las estancias

Que no te ensordezca el ruido

del caballo

Que no te ciegue la rebeldía

de la noche

Que muerdan tus mandíbulas

el aire,

la paja seca de los latidos

El aire

aquella espera

tu madre

tres reuniones de claustro

cuatro monjas

seis alumnas

el desamor?

la ausencia?

A dentelladas se lleva la grúa tu regreso

a mi última piel.

 

 


Siento la vida

como un cáncer

localizada así:

en el pulmón izquierdo

y no me he hecho aún

ni una biopsia

ni escupo sangre...

Y dicen los Grandes

que no existo.

 



Traté de hablarte

con palabras de ceniza

--niñas inválidas--

¡cómo vuelan en el silencio

de palomas salobres!

Estos fantasmas que riegan la noche

encuentran mustia

la palabra

que pudiera deslumbrarte

Y mi rostro está allí,

empotrado,

en aquella calle ancha.

 




Entre hierros erguidos, entre rascacielos

       tú, cazador impenitente,

 tumbando puertas

                 hormigueabas

hurgando los largos funerales de mi sangre

El humo de acero

edificios amasados en la indiferencia

y en la noche

salpicada del crimen del silencio

se conjuran los búhos

haciendo señales de humo

alrededor de mi multa

Todo tiene sus virtudes:

el lobo

el amuleto

la esclavina del monje

el grito de la selva

el glosario mágico que vomita

                                  heliotropos

                                  hipómanes

                                  hieráticos arbustos

y el crimen sacrílego del vándalo

Atada, en tu magia negra

me condenas

Arden ya los zarzales de la hoguera

y una lluvia de mandrágoras

agrieta las fauces del olvido

Márcame en el depósito de la cama abierta

sustráeme en el número total de la ignorancia

entiérrame en el pasillo insondable del miedo

con las grietas frescas de mis labios vegetales

Acelera mi muerte, invadente supremo

sacerdote marginado en mis entrañas:

es tuya sólo la postiza muerte de mi muerte

Rescatada en mis cenizas, ciñendo plumas de avestruz

vistiendo la luz de un Fausto errante

he dejado atrás tu sangre de dragones,

euforbios de Marte, el inventario de pociones

donde incrustas tu violencia

En mi mano, la llave final,

un país de mirtos,

el contorno de mi imagen idéntica

Y tú allí, congelado en la noche.

 

New York, 1971




Mueren en mi alma

los espasmos líricos

que se arquean como lirios tristes

contra el inmenso gris

 

y al llegar la tarde

con ella viene la Vida

toda vestida de negro

y con su hoz amarga

             los quiebra y mutila

 

y al llegar la noche

mis besos sienten la extrañeza

de cuando eran robados

por Aquellos Hombres...

             y no se alumbra la penumbra

             y se desgajan en su tumba

             los espasmos líricos.   

 

  



Sombras estériles

atraviesan la llanura

donde no crece un grano

Ala enorme

que mancha

los cien caminos no marcados

del desierto

Cada polvo

brillante de sol

se carga

de reflejos de escamas

El frío plateado

del pez

devora paso a paso

el polvo dorado

de espumas

Cada grano

un grano de ceniza

Reverberación en fuga:

invierno sin prisa.

 

 



El rostro
es una escalera vacía
donde se escapan
los pasos perdidos
de la vida
Cuencas verdes
o negras,
lagos de risa,
capullos de aflicción
Surcos que se entierran
en la frente
buscando pétalos
de violetas
El pensamiento
hecho abrojos
se rastrilla
Y se hacen polvo
las muertas hojas
del dolor y de la risa.

 

 




Otra vez estas flores de mármol

Romper esquinas

romper el ángulo

desfilar por el vientre

vacío de espliego y violeta

La arquitectura

deforma el ancho de mis ojos

vaciando cuencas

cuencas vaciadas de asfalto

La ciudad nos llena de miradas

y en la hora extraña de la tarde

no es válido el recuerdo

Sólo la mueca de tu sombra

sólo el fantasma

de tu sexo-parodia

mujer-palabra

tragando relámpagos

de inútiles regresos hasta Eva

y tu sonrisa congelada

agoniza soledades de musa disquietante

en la primera hoja,

en el primer Monte de Venus

Hurgando vas, imitaciones imposibles

sin ser la loca de Chaillot

Anquilosando redenciones

se pierden los pájaros estériles

en tu enorme sombrero de mimbre.



 

Presiento

mil lejanías dolientes

mil lejanías

heridas de silencio

Presiento

la silueta de tu mano

ahondando los espacios

hundiéndose en la noche

como una paloma blanca

que queriéndose quedar

alza un vuelo lento

buscando otros veranos.

 



Porque llegué antes

o después

y mi distancia

y delante de mí

esta flor extraña

que busca las raíces de tu sangre

Pero este jardín

de mármoles prohibidos

ausente de regresos:

Sólo

        azahares amargos

        anhelos sin nombres

y un raro aleteo

que cubre las pieles de tu sangre

Sólo cuando el día se hace simple

como el hambre de un niño

Sólo entonces

Sólo entonces entregar mi muerte

       después de amarte

Sólo entonces saldré a buscar

en tus ojos

        mi mañana.

 

 



Quiero disiparme

en el húmedo humo

del vapor de agua

Quiero disiparme

en la neblina

y en la persistente

lluvia fina

que cae

y me rodea

sin tocarme

Quiero disiparme

en esa masa

de nada

en ese montón etéreo

de niebla mojada

Quiero disiparme

en esa noche

obscura

líquida

vacía

sin entrañas.

 


 

                                                                                                                   


Sueño tus brazos

cargados de silencio

buscando

en la estilizada

    sombra de la noche

       un rayo de verde luna

que se posa

en el lago frío de la vida

Sueño tus brazos

heridos de soledad

    buscando

        en la piel etérea

de la luna

            cráteres profundos

sumergidos

Sueño tus manos

hambrientas

de sensaciones táctiles

apresando

un rayo de sol

    que se escapa

      una brisa hosca

que se esfuma.





Devuélveme

     tu apatía rota

         desvelada de caminos

Pasó la indiferencia

rozando águilas de acordes

Te detienes en la entrada

    sin sollozos

       y vengo a recogerme

          en una hoja

             torcida de verde

Sabrás la ausencia

Sabrás el hambre

Sabrás todos los mitos

                    del silencio

El aire se ha callado

(las madres se visten de gris)

Los hilos de sangre

    se doblan dobre sí mismos

En esta antena gigante

    repica todo

    lo que se ha negado

Y las campanas tocan a duelo

    su miserere incierto

a duelo

    su miserere incierto

a duelo

   su miserere.

 

 



En la leyenda

de los siglos

se desliza mi manto:

           una lágrima rota

           una estrella distante

           el gemido del aire

           ánforas y arenas

                      milenarias

Regreso

regreso etérea

atravesando los círculos del Tiempo

a la isla sabia

de mi origen

donde estremecen

los milenios

el rumor de mis raíces

Busco

tu sombra adivinada en la distancia

y me voy deshabitando

de este dolor de dioses

hasta dejarte en los labios

mi verso de amor

tallado

en la mano de Safo.