Crítica de las novelas de Mireya Robles
Varios Autores



Mireya Robles, Hagiografía de Narcisa la bella, Hanover, N.H, Ediciones del Norte, 1985
La muerte definitiva de Pedro el Largo, Lectorum, Colección Marea Alta: México, 1998
Una mujer y otras cuatro, Editorial Plaza Mayor: San Juan, Puerto Rico, 2004

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Mireya Robles, Hagiografía de Narcisa la bella, Hanover, N.H, Ediciones del Norte, 1985

Las primeras líneas de la novela – tan pertinentes al mensaje de cualquier discurso, según nos ha enseñado Said en su Beginnings, sugieren la importancia de la protagonista y, a nivel de la trama, la posibilidad del mejoramiento de su estado inicial gracias a los rasgos sobrehumanos de la misma: “Narcisa nació en pañales en un rincón de la Ciénaga de Zapata . . . sabía que ella había venido al mundo para redimir las faltas de los demás”.

Sklodowska, Elzbieta. “El discurso de Hagiografía de Narcisa la bella de Mireya Robles en el contexto de la prosa femenina hispanoamericana”, Kwartalnik Neofilologiczny, Warzawa, Panstowowe Wydawn, Naukowe, Polonia, XXXIII, 4/1986.

-----------------------------------------------------------------------------

Al seguir el patrón hagiográfico, Robles presenta la historia y vida de Narcisa desde su nacimiento hasta su muerte. La yuxtaposición de escenas de su niñez y adolescencia establecen por un lado las condiciones extraordinarias de Narcisa como santa y mártir. Al mismo tiempo marcan el desarrollo, lucha y fracaso de Narcisa como guía espiritual de su familia. Sus propósitos espirituales quedan cancelados a cada paso por la indiferencia de su familia que vive encerrada en una cotidianidad opresiva. Los esfuerzos desaforados de Narcisa por transformar esta realidad la llevan finalmente a su destrucción en manos de su propia familia.

Oliva Collmann, Lilliam. “La escritura como acto subversivo: un análisis de Hagiografía de Narcisa la bella de Mireya Robles”, Crítica Hispánica , IX, 1-2, Johnson City, Tennessee, 1987.

-----------------------------------------------------------------------------

El título de la novela sitúa inequívocamente al lector a un universo que sugiere las historias del santoral católico, pero entre las beatíficas leyendas de los canonizados y los hechos de esta Narcisa que se autotitula la bella , hay sustanciales diferencias. Entre ellas aparecen en magnífica consonancia varios elementos de la filosofía oriental en pugna irreconciliable con los dogmas de la teología católica […..] una parodia de cuentos infantiles clásicos, concretamente La cenicienta de Perrault; mitos griegos en interpretación torcida: la madre nombra a Narcisa en memoria de “la mujer que se enamora del agua”; y una narración distanciada que no apela a las capacidades emotivas del lector, sino que exige su intelecto, pues la obra en todo momento require la complicidad alerta de aquél. Mantiene, eso sí, el tono de relato pletórico de milagros frecuente en la vida de santos, recurso que la autora consigue por la vía del realismo mágico.

Escarpanter, José A. “Mireya Robles, Hagiografía de Narcisa la bella, Hanover, N.H., Ediciones del Norte, 1985” , Hispamérica , año XVII, número 49, Gaithersburg, Md., 1988.

-----------------------------------------------------------------------------

En el caso de Mireya Robles, el uso de la hagiografía, específicamente los modelos de la vida de la santa niña y la de la santa adolescente, le prestan una ordenación estructural a la novela. Su voz narradora construye la biografía de Narcisa desde su problemático y azaroso nacimiento en Baracoa (1940) hasta su desgarradora muerte allí a la edad de quince años (1955). El modelo es particularmente útil dada la construcción singular del discurso del relato de Robles. Este consta de una sola tirada, sin división en párrafos o siquiera oraciones, en un conglomerado de discursos directos, indirectos, e indirectos libres (en una edición que consta de 155 páginas). Ese discurso exige del lector una constante atención a las coordenadas temporales porque, si la novela sigue el progreso cronológico linear [ sic ] de la protagonista mediante la referencia de sus cumpleaños, esa voz narradora de omnisciencia neutral incurre en retrospecciones y anticipaciones inusitadas. Dentro de este plano linear [ sic ], Robles simultáneamente inscribe un diseño circular: nacimiento en la cuna que lleva a la muerte en la cama en posición de cuna. La vuelta al comienzo, puntualizada al nivel del discurso en la repetición, destaca la inutilidad de esta vida, ejemplar sólo en cuanto progresión negativa. Así, la estructura envolvente que marca el estilo con que se narra su nacimiento, “decidió desintegrarse, evaporarse de aquella cama plantada en un cuarto de una casa de una calle de una cuadra de Baracoa y voló a la Ciénaga a meditar sobre los filósofos griegos” (1-2) se repite, invertida, como acentuado horror al vacío cuando la novela se acerca al final: “cerró los ojos, se dispuso a dormir mientras sentía la transformación de la cama en cuna, mientras sentía la transformación de su cuerpo que se reducía para alejarse en tiempo y espacio hasta la Ciénaga de Zapata, para volver veloz a una cama en una casa en una calle de Baracoa donde la esperaba el útero de su madre” (146).

Morell, Hortensia R. “Narcisa, virgen y monstruo: el modelo de las vidas de santos en Mireya Robles, Hagiografía de Narcisa la bella”, Journal of Interdisciplinary Literary Studies / Cuadernos interdisciplinarios de estudios literarios , University of Nebraska, Lincoln/ Universiteit von Amsterdam, Holanda, II, 1 Spring 1990.

-----------------------------------------------------------------------------

Si bien el texto utiliza el potencial satírico del tema de las radio-novelas y su consumo por las amas de casa como doña Flora, también pone en ridículo las pretensiones de un arte sofisticado y cuestiona su valoración privilegiada en un orden jerárquico de las disposiciones estéticas. Como aspecto de su estructura dialógica, el texto explora la división entre el entretenimiento popular, asociado con la inferioridad intelectual de doña flora, y las aspiraciones artísticas de sus hijos precoces.

Clark, María B. “Tradiciones subversivas en Hagiografía de Narcisa la bella de Mireya Robles”, La seducción de la escritura/ Los discursos de la cultura hoy , Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, México, 1997.

-----------------------------------------------------------------------------

Hagiografía de Narcisa la bella (1985) constituye otra de las grandes revelaciones de estos años. Con ella la poeta y profesora Mireya Robles se estrena con una primera novela que no lo parece. La ensayista norteamericana Jean Franco ha destacado su don genuino para la comicidad y la sátira, “algo relativamente escaso en las letras hispanoamericanas” (contraportada). Hay que precisar al respecto que más que humor, se trata de una crítica feroz y acerba que toma como blanco el núcleo familiar pequeño burgués, en el que tradicionalmente el hombre ha impuesto su poder exclusivo y ha reducido y marginado a la mujer. […] La trama, como puede inferirse, se prestaba a inflamados maniqueísmos feministas, algo que Robles ha sabido evitar. Varios críticos han estudiado la obra desde esa óptica, si bien ella niega haber escrito una novela feminista: “No escribo dentro de un marco de teorías al cual tendría que adaptar la obra literaria. El texto surge libre de amarras teóricas o de enfoques que no tengan que ver con su propia, intrínseca razón de ser” (Carta). En su libro desmitifica la ideología machista, pero no propone otra, en este caso, feminista, como alternativa. Estamos, ya lo apuntamos, ante una primera novela construida con una solidez poco común, con un pulso narrativo sin desfallecimientos, con un gran derroche de fuerza creadora.

Espinosa Domínguez, Carlos. “La novela: variedad y búsqueda”, El peregrino en comarca ajena , Society of Spanish and Spanish-American Studies, University of Colorado, Boulder, pp. 209-210, 2001

-----------------------------------------------------------------------------

[…] el texto despliega una irónica literalización de un símbolo: en la comunión es ingerido simbólicamente con la hostia, el cuerpo de Cristo; Narcisa es literalmente devorada.

Cabe destacar otros momentos en los que surgen analogías respecto de Cristo: la mención de “la cena final” (p. 154), que evoca la “última cena” de Cristo, con la diferencia, suscitadora de un efecto paródico e irónico, de que Cristo es un comensal en esa cena mientras que Narcisa es la víctima devorada en un deliberado intento de antropofagia. En estos casos, la imitación que el santo realiza de Cristo en la hagiografía, es transformada en una parodia textual.

Solotorevsky, Myrna. “Inestabilidad patemática en La guaracha del Macho Camacho, de Luis Rafael Sánchez, y Hagiografía de Narcisa la bella, de Mireya Robles”, Hispamérica , College Park, MD, año XXXI, # 91, 2002.

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

La muerte definitiva de Pedro el Largo, Lectorum, Colección Marea Alta: México, 1998

La muerte definitiva de Pedro el Largo es una reflexión profunda sobre la debilidad de la mente humana y, a la vez, sobre su fortaleza; sobre la fragilidad del sentimiento y sobre la dureza del olvido. La obra es la narrativización de la Alquimia que supone en sí toda obra literaria. Ya lo expresó Baudelaire: Tú me diste tu barro y en oro lo troqué . El sufrimiento humano --y toda vida lo alberga— solo alcanza su sublimación al ser la simiente de la creación, el barro que transmuta en el oro de la Palabra y convierte al poeta, según definición también baudelriana, en el alquimista más triste. La forma de acabar con el sufrimiento es convertirlo en algo bello, en símbolo, en mensaje encriptado, como se nos dice en las páginas finales. La muerte de Pedro es la muerte del dolor que lo causa, la muerte del dolor que solo se alivia cuando se disfraza de lo otro, de narración envuelto en palabras. […]

La muerte definitiva de Pedro el Largo es una gran novela, una obra de gran riqueza en su variedad de registros; una obra que contiene una poética ---algo de lo que ya carecen casi todas---, una poética encarnada en su propio drama. Es también una reflexión sobre los tres únicos temas de los que todos los demás son derivación: el amor, el dolor y la muerte. Aunque puedan parecer tres elementos distintos, un mínimo de sabiduría ---y en esta obra se superan esos mínimos--- nos dice que están muy próximos, cuando no son lo mismo. Con el amor tratamos de engañar a la muerte; con la fantasía tratamos, engañándonos también, de olvidar el dolor que el amor nos causa. Qué es el arte, sino el engaño de la muerte… Sherezade lo sabía; los demás, lo intuimos . Y esperamos la llegada de la muerte, sobrevolando el sufrimiento, escuchando historias.

Aguirre Romero, Joaquín Mª. “Sobrevolando el sufrimiento”, Espéculo, Universidad Complutense de Madrid, Año VI, nº 16, Noviembre 2000-Febrero 2001.

-----------------------------------------------------------------------------

La novela cuenta una variedad de historias que abarcan diferentes tiempos y espacios a través de un personaje por el que fluyen las diferentes narraciones. En una entrevista de 1991, Robles comenta sobre el personaje insólito de Pedro el Largo que sirve como hilo conductor narrativo para unir las diferentes anécdotas de este texto mosaico. Pedro el Largo, según la autora, representa el sabio loco, el chamán intermediario que renace múltiples veces para sufrir espiritualmente diversas experiencias humanas. Por lo tanto, agotado y acongojado, Pedro busca la muerte definitiva, es decir, el no sentir dolor, el no sentir tristeza. Vale la pena citar detenidamente las palabras de Robles:

“Pedro el Largo es un personaje que nace milagrosamente, mágicamente de una pintura de Van Gogh. Es una visión (que más que cubista, quisiera llamar “global”) en la cual van surgiendo como piezas de un rompecabezas las distintas vidas de ese Viejo que es, a veces, una parodia del chamán ---todo lo sabe, pero su ingenuidad le impide percibir la realidad inmediata. Es un loco visitado a veces por la sabiduría. Es un sabio en un estado casi constante de locura. Las reencarnaciones pasadas se presentan a un nivel casi mítico en un lenguaje a la vez austero y poético. El presente Pedro el Largo, el loco del pueblo, el buscador de la muerte definitiva, es ingenuo y a veces sabio, como don Quijote. En esta faceta de Pedro el Largo, en el lenguaje poético se intercala la expresión dicharachera, tremendista, escatológica, en la que predomina el sentido del humor, sobre todo en uno de los capítulos en que Pedro el Largo se desdobla en varios personajes dentro de un mismo marco temporal. Importante en la obra es el alter ego de Pedro el Largo que aparece en la voz narradora de una mujer que cuenta sus amores y fracasos con otra mujer. En el tono predominantemente kitsch, asoma la ternura y llega a hacerse profundamente humano”.

(Nota de la autora: donde dice pintura , debe decir dibujo ).

Soto, Francisco.La muerte definitiva de Pedro el Largo de Mireya Robles: digresiones narrativas y juegos de diferencias”, Anales literarios: narradores , vol. III, núm. 3, Miami, FL, 2001.

-----------------------------------------------------------------------------

Un ingrediente importante en La muerte definitiva de Pedro el Largo es el humor que penetra muchas partes de la novela. Como con el tono paródico del relato “kitsch” mencionado arriba, se trata, otra vez de “espantar el miedo”. Este no es el humor amargo de Juan Rulfo, sino una jocosidad pueblerina, de sabor muy cubano y de lengua verde, que surge a veces en momentos supuestamente solemnes del relato, como, por ejemplo, el de una prédica de Pedro el Largo, destinada a enseñar “lo hermoso de la vida” [116] y otras verdades a sus compatriotas. He aquí el comentario de un oyente: “… si alguien me viene a hablar de la limitación de nuestros sentidos y con el cuento de que vivimos solamente una vez, me voy a encojonar bien pero bien encojonado y le voy a decir al que se atreva, oye, chico, qué cuento es ése ni qué niño muerto”. [116] Especialmente, el humor está implícito en los discursos rituales de Pedro, ceremonias sagradas destinadas a conjurar la muerte. Pero se trata de disparates cuyo contenido no tiene la menor connotación de rito religioso: “soy un chivito no perentorio y quitasol; soy la cotorrita de colores de crisantemo; esos enanos van a montar a tres pericas; Torcuata Remembrada, Eusebia Limón, las toticas moras son muy cerradas” … etc [85] Esta última tirada letánica propulsa la narración (por asociación de ideas, como siempre) en la dimensión del relato de la situación sentimental realista, en la que la voz narradora recuerda a la amante hablando disparates en su sueño. Este es un recuerdo alegre y hermoso, “porque no hay mayor crimen que la tristeza, porque no hay monstruo mayor que la falta de alegría”… [86]

Diegel, Anna. “Más fuerte que la muerte: de Pedro Páramo a Pedro el Largo", Espéculo , Universidad Complutense de Madrid, nº 20, marzo-junio, 2002.


----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------


Una mujer y otras cuatro, Editorial Plaza Mayor: San Juan, Puerto Rico, 2004

El primer logro que me gustaría destacar en la novela de Robles es también su dificultad: el haber escogido un tono y un tempo al cual doblega su estructura narrativa y su lenguaje, ciñéndose sus casi 200 páginas a una suerte de monólogo intimista, coloquial, minimalista, a ratos confesional, a ratos dialogado, en el cual se implica a otros personajes e inevitablemente al lector o lectora. La novela no tiene capítulos, ni subdivisiones internas ninguna, ni tan siquiera el respiro mínimo del punto y seguido. Armada de un vocabulario sencillo, pero poético, que se maneja dúctilmente; de un uso estilístico de los signos de puntuación, la coma y el punto y coma, y sobre todo de un dominio de las conjunciones en español, Robles arma su argumento en un novedoso formato de Bildungsroman o novela de crecimiento.

La autora nos toma de la mano y nos introduce sin concesiones en el mundo de memorias personales del personaje protagónico y también narradora en primera persona. Se crea entonces un espacio en que tenemos que escuchar su voz, porque aquí se susurran las anécdotas, se bosquejan recuerdos y se interroga el pasado, mundo tan íntimo sólo puede ser compartido desde la conversación. El mundo del ser mujer de otra forma, como supo que iba a serlo desde niña el personaje de Robles, quien se va revelando ante nuestros ojos en sus más íntimos detalles espirituales tanto como eróticos, rompiendo con la caduca división entre asuntos del cuerpo y del alma.

Cámara, Madeline. “Romanza del amor oscuro: Una mujer y otras cuatro , de Mireya Robles”, Boletín de la Editorial Plaza Mayor, No. 11, 30 de Noviembre, 2004

www.editorialplazamayor.com/archivos/prensa/romanza_del...

-----------------------------------------------------------------------------

Uno de los aciertos de la novela es el uso de un lenguaje coloquial cubano, sencillo y directo unido a un lenguaje poético que favorece la reflexión. Es notable que a pesar de la estructura sin subdivisiones de oraciones ni capítulos, la autora logre mantener el interés en la narración. Otro de los logros de Una mujer y otras cuatro como ya advirtió Madeline Cámara en “Romanza del amor oscuro: Una mujer y otras cuatro, es el establecer un vínculo estrecho entre la historia personal y la colectiva.

[…] en esta nueva novela, Mireya Robles nos presenta los temas universales del amor, el desamor, el dolor y la soledad unidos al tema lésbico. Así, Robles contribuye al sondeo de las subjetividades femeninas y ensancha esta temática en la literatura latinoamericana. Una mujer y otras cuatro reafirma el lugar destacado de Robles en las letras cubanas de hoy.

Martínez, Elena. “Memoria y deseo: Una mujer y otras cuatro de Mireya Robles”, Centro Cultural Cubano de Nueva York, 19 de mayo de 2005.

www.centroculturalcubano.org

-----------------------------------------------------------------------------

[…] Una mujer y otras cuatro (publicada en 2004) es la primera parte de una trilogía del tiempo, que incluye las dos novelas Hagiografía de Narcisa la bella (1985) y La muerte definitiva de Pedro el Largo (1998) y fue escrita antes que éstas. Cada una de estas obras se puede leer separadamente, pero es importante notar que forman un conjunto. Se descubren, a través de las tres novelas, una progresión y una complejidad en el tratamiento del tema del tiempo, ya una preocupación clave en las primeras obras de Robles, los poemas y los cuentos escritos entre 1960 y 1985.

[…] Como En busca del tiempo perdido , la trilogía de Robles es una historia de tiempo perdido en desilusiones. El personaje principal de Proust y Swann, su alter ego, hombres ricos y ociosos, descubren, gradualmente, el desengaño, no solamente con el amor, sino también con la sociedad que los rodea, y terminan dudando de su propio valor y encontrando la vida sin propósito. Las circunstancias de la narradora de Una mujer y otras cuatro son distintas, pero se llega a la misma conclusión. Robles cuenta la vida de un personaje que lucha con un destino que le parece ineluctable. La ingenua y optimista protagonista del principio de la novela, la niña “capitana” de un imaginario barco, protegida en su labor triunfante por una soñada amante ideal, de senos abundantes, se convierte, gradualmente, en un ser desolado atrapado en su “cárcel circular”. De la misma manera, Narcisa, la protagonista de la segunda novela de Robles, parte de un deseo intenso de integrarse a su familia y descubre la soledad y el abandono. Y en La muerte definitiva de Pedro el Largo, el héroe, un personaje caleidoscópico que abarca varios avatares en el espacio y en el tiempo, sobrevuela todas las etapas del sufrimiento humano en un esfuerzo de escapar a la maldición de la soledad y desaparecer definitivamente. Todos estos seres sufren de desasosiego, de una incapacidad de amarrarse a ellos mismos y al mundo para sentirse una identidad bien definida, y su vida se deshace en “sal y agua”, como lo expresa la narradora de Una mujer y otras cuatro. Similarmente, el narrador de En busca del tiempo perdido habla de la “lassitude” y del “ennui” que le asaltan a veces. Esta persistente insatisfacción con la vida es un rasgo que une a los personajes de Proust y Robles.

Diegel, Anna. “Habitar el tiempo: Una mujer y otras cuatro, de Mireya Robles, y la dimensión proustiana”, Espéculo, Universidad Complutense de Madrid, Año X, Nº 31, noviembre 2005-febrero 2006.